"Cuando alguien, viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdadera, toma alas y, una vez alado, deseando emprender el vuelo y no pudiendo, dirige sus miradas hacia arriba como un pájaro y descuida las cosas de esta tierra, se le acusa de estar loco"

Platón

viernes, 5 de agosto de 2011

Lunes 1 de agosto de 2011. Arangoiti

Vuelo 27

Como este día Patxiku empezaba el cursillo intensivo, aprovechamos la mañana para dar un paseo por el pueblo y subimos a conocer los despegues de la Higa de Monreal.
Cuando volvió Patxiku estuvimos viendo la previsión meteo (el día estaba claramente de sur) hablamos con José y Ritxar y se apuntaron a subir a Arangoiti, también se apuntó Carles (un cursillista catalán que empezó ese día su cursillo) con su mujer y su hijo pequeño y así podrían bajarse la furgoneta de Patxiku.
Al acercarnos a Lumbier nos explicaron como debíamos hacer para llegar al aterrizaje de los hangares evitando el sotavento de la sierra y nos comentaron la situación de algunos aterrizajes alternativos.
Subimos al despegue sur inferior y allí nos mostraron la situación del aterrizaje de Yesa por si no nos aguantásemos en la ladera, la verdad es que no me apetecía demasiado aterrizar allí.
Ritxar fue el primero en despegar (tras abortar un primer intento) y ganó altura sin problemas, después despegó José y tras él lo hice yo. Me costó un poco nivelar los planos ( luego Patxiku me dijo que tenía el ala a pulso y que debería apoyarla más en los hombros) pero en cuanto lo conseguí despegué fácilmente. Desde el aire vi el despegue de Álvaro, un poco justo pues volvió a tirarse a la piscina.
El vuelo fue un verdadero disfrute, una termoladera perfecta, de una suavidad increíble y con un paisaje impresionante. Se subía por todos lados incluso en algunas térmicas suaves que se centraban sin dificultad.



Además estuvimos acompañados en todo momento tanto por los pilotos locales como por una gran cantidad de buitres. Por la radio nos fueron guiando lo que daba muchísima confianza, la pena es que a mi se me estropeó el micrófono y solo podía escuchar, no podía emitir. Recorrimos la ladera entera hasta el vértice geodésico y allí nos dimos la vuelta. Pudimos comprobar la gran diferencia de planeo de las calvas respecto a nuestras alas con palito, ellos iban y venían a su antojo mientras nosotros manteníamos el rumbo.
En el último tramo Ritxar me acompañó hasta el aterrizaje en el que había bastante viento y yo empujé demasiado acabando sentado en el suelo.
Fue unos de los vuelos que más he disfrutado hasta ahora, tanto por las condiciones del mismo vuelo como por la compañía y la espectacularidad del paisaje. Un final de lujo para un viaje que espero que podamos repetir muchas más veces.





No hay comentarios: